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martes, 24 de abril de 2018

El mito de que no se puede entrar en el mundo de la traducción editorial

Este fin de semana he estado muy activa en eventos de traducción y corrección. Y en todos ha habido un punto en común, una pregunta que asola a muchos traductores: ¿Cómo entro en el mundo de la traducción editorial? Pero no solo los que están fuera y quieren entrar se preocupan, sino que los que estamos dentro y no nos queremos salir. No, no es una mafia, es que queremos trabajar.

Ahí estábamos, traductoras veteranas, traductoras con experiencia y con un poco de experiencia, y estudiantes que quieren serlo hablando sobre traducción, cuando un señor levantó la mano y preguntó que cómo entraba a la traducción editorial, que él llevaba toda la vida haciendo técnica pero quería traducir literatura.

¿No hay un agente de traductores?

Quizás más de uno pagábamos por que nos vendieran de editorial en editorial, pero yo creo que cada uno tiene que ser su propio agente. ¿Quien va a creer en ti más que tú? Solo tú te conoces, sabes lo que puedes traducir, solo tú sabes lo que te gusta... Nadie más que tú es quien se tiene que patear la feria del libro y "acosar" a las editoras, decirles estoy aquí, soy traductora, soy lo que necesitas. ¿Sabes cuántos correos recibe un editor? Miles. Que sí, también cientos se le acercan en los eventos, pero te acercas tú, te pone cara, te pone sonrisa. Causas una buena impresión, y eso es fundamental, la buena impresión.

No es lo mismo acercarse a una editora con una actitud positiva que con una actitud agresiva y completamente desesperada por traducir, casi exigiendo que te den trabajo. Yo solo me acerco a las editoriales que me gustan, creo que a las que no me gustan no puedo aportar nada, y cuando les digo lo mucho que me flipan y hablo de este u otro libro lo hago con el corazón, porque leo sus libros y sé qué buscan. Demuestro que conozco su línea editorial y que puedo encajar en ella.

¿Y la propuesta editorial?, preguntó una joven que acaba de terminar la carrera. La dichosa propuesta editorial... Hay quien cree en ellas, hay quien las ha hecho, hay a quien se las han aceptado...

Yo una vez lo intenté con una propuesta editorial, interrumpió el señor de antes, pero me la rechazaron. Y había sido un bombazo en Francia y era la editorial perfecta... y... y...


A ver, a ver... La propuesta... Yo le contesté al señor que por mucho que creamos que conocemos el catálogo de la editorial no es así. Nosotros podemos leernos todos sus libros, pero quien sabe lo que quiere y lo que no quiere es el editor. Y si el editor no cree que ese libro funciona, pues no funciona... Hay que estar muy seguro de que esa obra funciona en nuestro mercado, en la editorial, de que se va a vender... Y hacer bien la propuesta, no hacerla de cualquier manera. También es una forma de acercarse y de causar una buena impresión.

Y si nos la rechazan, pues tenemos que aceptar el rechazo. Y si luego otra editorial la publica, tampoco hay que martirizarse. Al menos sabemos que tuvimos buen ojo.

Hace un par de semanas, en la presentación de un libro, una chica del público se levantó y contó que hacía años ella había presentado ese libro a un montón de editoriales y nunca lo aceptaron, pero le alegraba que por fin otra editorial hubiera apostado por la novela. A lo mejor se dio mil cabezazos contra la pared, pero tuvo el valor de ir allí y alegrarse por que un buen libro pueda ser leído.

Pero entonces con la propuesta tampoco se puede entrar..., siguió aquel señor...

Yo también creía que eran un mito hasta que una editora me la pidió, sí, me la pidió. Que salga o no, es otra cosa, pero el caso es que me la pidió...

Y al mismo tiempo aprendí que otro mito era cierto: el editor viene a ti.

Todos los que nos dedicamos a la traducción editorial coincidimos en una cosa: llegamos aquí por casualidad. Estuvimos en el lugar adecuado en el momento adecuado.

En mi caso, por ejemplo, había enviado currículum, conocía a editores... Y de repente me ofrecieron traducir un día que no me lo esperaba, durante una presentación de un libro cuando estaba contándole mi vida al editor.

Ah, pero entonces es suerte, no puedo hacer nada... seguía el señor...

Sí, es suerte, pero la suerte es para quien la busca. Fue una suerte que yo estuviera en la presentación de ese libro, pero también fui yo quien decidió ir a esa presentación... Hay que forzar la suerte, ir a eventos, a presentaciones, a ferias del libro... Y tener siempre la tarjeta lista y cinco minutos para tomarse un vino.

Leí una vez en una entrevista a Esther Tusquets que para estar en el mundo editorial hay que tener estómago para beber vino.

¿Y tú también traduces libros? Me preguntó una de las maestras traductoras al final de la charla, agarrando fuertemente entre las manos algunos de los libros que había traducido durante casi cuarenta años.

Sí, llevo seis años traduciendo y los últimos cuatro solo he hecho editorial... Pero tengo la sensación de que me voy a caer en cualquier momento.

No, me dijo ella, no te vas a caer. Siempre parece que te caes, pero siempre aguantas.

Sí, la traducción editorial es un mundo difícil, pero no más que cualquier otro ámbito de la traducción. Simplemente tienes que conocerlo.

Mi único consejo a quienes os queráis dedicar a esto es que os mováis, que os mováis todo lo que podías por el mundo editorial. Ahora que llega la feria del libro, poneos calzado cómodo y a pateaos las casetas tarjeta en mano. Es el único modo: estar ahí.

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