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martes, 23 de diciembre de 2014

El mito de que los traductores no tienen vacaciones

Recuerdo que desde primero de carrera nos machacaban con aquello de que un buen día estás metiendo las maletas en el coche porque te vas de puente y te llaman para un encargo. Porque eres traductor. Y el traductor, como ente autónomo que es, no tiene vacaciones.


Siempre pensé que eso era un mito, que qué casualidad, señores. Y en cuatro años de experiencia, eso a mí nunca me había sucedido. Hasta que un día te sucede. Hoy.

En el puente de la Constitución, con las maletas metidas en un AVE me llegó un email con una traducción de un par de páginas al portugués. Bueno, me dije, lo hago en un par de horas y me pago el billete de AVE. No hay mal que por bien no venga.

Al entregar la traducción el cliente me dijo que a lo mejor, quizás, en un par de días, me enviaba algo más. Esperé ansiosa, pegada al email. Nada. Hasta el 19 de diciembre. Cuando estaba de nuevo cargada con maletas. Entonces te ofrecen una cifra correspondiente a un salario mensual y tú cabeza dice "Extra de Navidad" mientras se olvida del "aprende a decir no". Y acabas después de la comida de Navidad, marginada en una mesa a parte, con un portátil, traduciendo. Mientras tu tío te mira diciendo: "¿Y eso es trabajar?", tu primo piensa: "Jo, qué suerte" y tu abuelo dice orgulloso que trabajas como un negro.

Y así es como he vivido el mito en mis propias carnes.

Con esto no me quejo. No. Simplemente os recuerdo que mañana es Nochebuena y pasado Navidad. Y nos queda Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Pensad que hay traductores que necesitan extra de Navidad y les haréis muy muy felices.

¡Felices fiestas y felices traducciones!

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