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viernes, 16 de marzo de 2018

«El diario de Virginia Woolf», traducción de Olivia de Miguel

A los traductores nos encanta hablar de nuestros libros... pero también escuchar a nuestros compañeros de profesión hablar de ellos y aprender de los demás. Por eso, al salir el otro día de la oficina, subí al centro a la librería Nakama a la presentación de El diario de Virginia Woolf, publicado por la editorial Tres Hermanas y traducción de Olivia de Miguel.

La librería Nakama cuida mucho los detalles.
La traducción se basa en la edición que realizó Anne Olivier Bell, sobrina política de Virginia Woolf, de los diarios de la autora en los años 70. Es la primera vez que se traducen completos al español y este es el primer volumen de cuatro.

Portada de la edición de Tres Hermanas
Olivia de Miguel ha empezado la presentación hablando precisamente de la importancia de los diarios y de las notas de la edición inglesa, a las que a veces a tenido que añadir algo por «no traduces lenguas, traduces mundos culturales». Dice Olivia que, al traducir, el problema no es el lenguaje, el problema es de lo que está hablando... y eso hay que decírselo al lector.

Incluso nos ha puesto algunos ejemplos de problemas de traducción que se fue encontrando a lo largo del texto y cómo los solucionó, permitiendo que el lector entienda el texto pero a la vez aprenda algo sobre la cultura, para no «hurtar al lector un trozo de lectura» y por que a ella, al leer, lo que más le gusta es aprender. No hay que abusar de la familiarización excesiva de la traducción, «que parece que el texto se ha escrito hace cuatro días en Alcobendas»«Que no se vean los hilillos de la lengua, que funcione con autonomía y el lector aprenda algo». Esa es la función de sus notas, que el lector pueda leer sin interrupción y, que si quiere aprender algo más, pueda apartarse y conocer la cultura que está leyendo.

Los ejemplos que ha puesto sobre su trabajo han sido para invitarnos a la reflexión, «porque si no estás en este mundo crees que se pasa de una lengua a otra sin problemas», pero en la traducción hay escollos, problemas que salvar y decisiones que tomar para salvar esos baches. «La traducción es un proceso de decisión constante, porque traducimos mundos».

Nos ha hablado muchísimo sobre Virginia Woolf y sus diarios que «deconstruyen ese personaje frágil que ha llegado como un icono a nuestros días a través de su foto», con la pasión que se nota en la voz de alguien que habla de lo que le gusta. 

También nos ha hablado de su método de trabajo. Nos ha contado que conocía la obra de ficción de la autora antes de traducirla, pero los diarios no los conocía a fondo.

Sobre su método de trabajo, Olivia de Miguel afirma «trabajo con obsesión, no te puedes meter en esto sin obsesión». El proceso de traducción duró un año, un proceso largo y de gran dificultad. Nos cuenta la traductora que una novela tiene un tono y una unidad, ya que se escribe a lo largo de un año o dos, y una vez te metes en el tono de la novela, es fácil traducir. Pero en los diarios eso no sucede, los diarios tienen evolución, el discurso de la autora cambia porque es una vida en progreso. Por eso hay que meterse en ellos con obsesión.

Olivia ha hablado con la pasión con la que habla la gente que ama lo que hace porque mientras traduce aprende cosas y eso, para ella, «es un modo de diversión muy grande». Nos cuenta que siempre aprendía algo, que a lo mejor se pasaba una mañana entera sin traducir porque buscar una cosa le llevaba a otra y a otra... «Eso es lo bonito de la traducción, te lleva a sitios por los que quizás tú nunca te habías aventurado».

Sobre las nuevas tecnologías, también ha comentado que le ayudan mucho en su labor, pero que no prescinde de los diccionarios o de la posibilidad de viajar a un lugar que describe un texto para verlo con sus propios ojos (¡Ojalá pudiéramos hacerlo todos!). Nos dice Olivia que, para traducir, hay que usar todos los recursos a nuestro alcance «¿para qué elegir?».

«Mi método de trabajo es mucha autodisciplina, levantarte y ponerte todos los días». Para ella traducir «es como un vicio» y se divierte mucho haciéndolo. Cuenta que le cuesta traducir textos con los que no empatiza, pero que también tiene la suerte de poder traducir lo que le gusta.

También ha habido lectura de fragmentos del diario.
Asistir a estos eventos y escuchar a otros compañeros de profesión me parece enriquecedor, sobre todo cuando te encuentras ante alguien como Olivia que realiza un trabajo tan minucioso... He tenido la suerte de intercambiar unas palabras con ella, hablar de cómo sentimos nuestros los libros, pues tienen un cachito nuestros... y me he llevado el libro dedicado a casa y con la cabeza llena de ideas y reflexiones sobre la traducción a las que no dejo de darles vueltas...

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